Existen personas que llagan a identificarse con sus ideas, sus
principios y sus valores. El
descubrimiento de un valor, supone una profundización y maduración de la propia
persona. El núcleo de identidad personal, es aquello que capta y posee esos
valores, que produce una especial luminosidad como condición de posibilidad de
todo lo axiológico. Es importante insistir en que ni las ideas ni los valores
constituyen a la persona, sino, son complementos con los cuales una persona
crece, se desarrolla y se realiza como tal.
Rasgos psicológicos
No es raro encontrar personas que se identifican con sus rasgos
psicológicos. Entre éstos podemos considerar varios tipos.
En primer lugar, el automatismo que se ha formado a través del
tiempo, de tal manera que respondemos de un cierto más o menos fijo y
previsible.
En segundo lugar, podemos considerar otros la conducta que están
más profundamente arraigados y que tienen su origen en una serie de manipulaciones
inconscientes que tuvieron lugar durante la infancia.
En tercer lugar, podemos detectar algunos rasgos que se llaman
del carácter o del temperamento con los que es muy frecuente la propia
identificación, como si no pudieran cambiarse o modificarse.
En cuarto lugar, trataremos el auto-concepto, como uno de esos
rasgos que más nos afectan a lo largo de la vida y que es la creencia acerca de
lo que uno es.
En quinto lugar, estudiaremos brevemente el inconsciente como
uno de esos rasgos que parecen dominar nuestra conducta, como si fuera el fondo
más propio de la persona.
a) Mecanismos en la respuesta:
Es cuando una persona trata de justificar su modo de reaccionar ante un
estímulo diciendo que "así es él", podemos comprender que tan sólo se
trata de un mecanismo en la respuesta, tal vez hondamente arraigado, pero que
de ningún modo excluye una posibilidad de cambio.
El cambio de estructura en las respuestas que emite una persona
ante determinados estímulos es un proceso real de aprendizaje, estudiado,
cultivado y promovido por la corriente del conductismo.
Existen personas que se irritan fácilmente con la menor broma,
otros reaccionan con mucho miedo ante un grito de un superior.
La consecuencia de todo esto es que los mecanismos concretos que
tenemos o padecemos no constituyen nuestro más íntimo ser, sino que, por el
contrario, a partir de nuestro fondo personal podemos planear y realizar
cambios, aun en lo que ya está automatizado o mecanizado en nuestra conducta
cotidiana.
b) Condicionamientos inconscientes.
Se trata de una automatización en las respuestas, sólo que ahora el aprendizaje
ha sido completamente inconsciente, posiblemente desde la primera infancia, se
arraiga con mucha mayor fuerza en el organismo, originando así la estructura de
estímulo-respuesta es un elemento constitutivo de nuestra personalidad.
Así es como la gente aprende a comportarse en forma extraña y
exagerada, pues se come las uñas. Puede ser que aprenda a comportarse con
excesiva prisa y nerviosismo, o tienda a ocultar sus emociones, o trate de
captar la atención y la admiración de quienes la rodean.
c) Carácter y temperamento. Suele distinguirse una
diferencia entre estos dos conceptos. El temperamento comprende una serie de
rasgos psíquicos estables en la persona, originados a partir de características
biológicas que suelen ser heredadas. El temperamento colérico o sanguíneo son
ejemplos típicos descritos desde antiguo. Existen varias clasificaciones de las
personas en cuanto a su temperamento, tomando en cuenta, por ejemplo, la
capacidad de percepción, la capacidad de afecto y el tiempo que permanece el
estímulo recibido.
Los rasgos temperamentales están controlados por el
funcionamiento hormonal y actualmente es posible conseguir un considerable
cambio en dicho funcionamiento. Son elementos que, por más estabilidad que
muestre, todavía no forman parte de la substancia humana.
d) El
autoconcepto. El autoconcepto, es el conjunto de
creencias que una persona tiene acerca de lo que es él mismo. Cada sujeto se ha
ido formando, a lo largo de su vida, una serie de ideas e imágenes que parecen corresponder
a su propia estructura de un modo más o menos permanente y necesario.
Una de las más importantes propiedades del autoconcepto es su
poder tan fuerte sobre la voluntad y las tendencias del mismo sujeto. Si una
persona cree que no es apta para Matemáticas, aunque tenga cualidades para
ellas, de hecho será inútil para esa disciplina.
El autoconcepto sólo funciona como una mera creencia o conjunto
de creencias. La realidad, que los psicólogos se han encargado de demostrar, es
precisamente lo contrario, o sea, el autonconcepto (tenga o no bases reales),
es el que proporciona un cierto carácter de fijeza en la conducta de una
persona.
Existen, una cierta dialéctica entre el autoconcepto y la
conducta de una persona, a medida que el autoconcepto origina conductas cada
vez más frecuentes, acordes con las características expresadas en ese
autoconcepto, a su vez, dichas conductas, así realizadas, van fortificando ese
autoconcepto.
e) El inconsciente.
Desde el punto de vista de la Antropología filosófica, nos
interesa explicitar qué relación existe entre el inconsciente y el núcleo de
identidad personal.
Entendemos por inconsciente, que es un conjunto de imágenes,
valores, conceptos, emociones y mecanismos de respuesta, que de alguna manera
subyacen en la persona, pero que ordinariamente no aparecen a la conciencia, e
inclusive ofrecen resistencia a ello, aun cuando suelen manifestarse fortuitamente
en los sueños, los actos fallidos y las asociaciones libres.
Como contenido, el inconsciente es muy variable; algunos
elementos que lo forman pueden ser maléficos y otros pueden ser benéficos. No
solamente se hallan traumas, sin también experiencias positivas y orientadoras
hacia un sano crecimiento.
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